Uno
de los principales problemas con el que nos encontramos es la
ausencia de compromiso con el cambio social en la mayoría de la
población, incluso entre grupos de gente, en teoría, con unos
ideales alternativos.
Nos
encontramos en una sociedad con una dominación cultural muy fuerte,
los medios de masas repiten 24 horas al día el mensaje de la clase
dominante. El capitalismo consumista dispone una sociedad
individualista en donde no es necesario ningún compromiso para
relacionarse. El consumo de ropa, zapatos, tecnología, coches,
comidas, bebidas, no supone más compromiso que el usarlos y cuando
nos cansemos, tirarlos. Lo consumido, su fabricante o el lugar donde
se compra es presentado como un acto de libertad y en ese acto vamos
formando nuestra identidad.
Este
modelo también llega al plano político, pues la participación de
las personas en la democracia consiste en el consumo de votos. Nos hacen creer que podemos participar en la construcción de nuestra sociedad sin
comprometernos a nada, empleando tan sólo cinco minutos cada cuatro
años.
Las
ideologías se vuelven objetos de usar y tirar, como si fueran
pasatiempos culturales, que no requieren más compromiso que
acercarse a alguna manifestación o a algún acto. El predominio de esta tipo de actividad política tan pobre nos ha llevado a la situación en la que nos encontramos.
El
sentido mismo de los movimientos asamblearios es construir una
sociedad democrática y participativa, y un paso clave es fomentar el
compromiso, rompiendo los valores capitalistas que dominan nuestras
vidas. Esta responsabilidad tiene que surgir como consecuencia de una forma de entender la vida, la actividad política no puede ser una moda o un hobby, tiene que ser una necesidad moral si se entiende que la sociedad tiene que construirse colectivamente.
LMM
LMM
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